viernes, diciembre 10, 2010

El hombre masculino (4º Parte)

¿Eres digno de tal nombre?... 4ª parte de este homérico artículo publicado en la versión española de Metal Hurlant por Phil Manoeuvre. (Podéis ver la anteriores aquí: PRIMERA, SEGUNDA, TERCERA)


TU DECIDES

¿Quieres ser un hombre o una mujer?

Una vez que te has decidido a ser un hombre (¡Y que hombre!¡un Hombre Masculino!) es completamente normal el querer lanzar ataques contra el territorio enemigo , eso no será más que el comienzo de los reconocimientos y el final de las afirmaciones de las prerrogativas masculinas que siempre han permitido al hombre y a la mujer confrontar sus diferencias en un enfrentamiento sexual nada desdeñable.

Pero el espacio se nos acaba. ¿Deberíamos suprimir una foto de Lee Marvin para explicar al lector las maneras en que el hombre se comporta en materia de sexo?

Y, además, ¿qué especie de jodido y pringoso comeyogur tiene necesidad de leer un libro acerca del sexo?

Los manuales del género están reservados a las mujeres y a los niños. El hombre aprenderá más en los billares o alquilando en su videoclub "Garganta profunda", o "The Hot One", o incluso "Defiance".

Sin embargo, aquí tenemos el deber de clarificar uno o dos puntos que -lejos de convertir a METAL HURLANT en un manual de instrucción sexual- nos parecen primordiales en cualquier actitud "masculina". Lo primero; la responsabilidad del control de natalidad debe estar entera y absolutamente relegada a las mujeres (si ellas quieren cachorros, ese es su problema).

Segundo, pongamos fin a la vieja leyenda según la cual el hombre masculino se conduce en sus relaciones sexuales como una taladradora eléctrica (wham bam thank you mam!). Dejemos ese proceder a los extranjeros, a los degenerados y a los comeyogures.

El hombre masculino hará todo, absolutamente todo, lo que esté en su mano para conducir a su compañera hasta un frenesí sexual memorable (excepción hecha de la adopción de posturas que de alguna manera puedan sugerir pasividad o su sumisión).

Me explico, aprendiz.

Hablando en plata, un hombre masculino nunca será sorprendido acostado sobre su espalda durante una realción sexual. NI JAMAS DE LOS JAMASES haciendo cualquier cosa, sea lo que sea, que le obligue a ponerse de rodillas.

Recordad que el hombre masculino tiene otras cosas que hacer. Imaginaos por un momento que un detective privado está precisamente haciendo fotos, ¿eh? ¿De que tendríais pinta? Ah... Y aunque nadie le haya visto, el hombre masculino, él mismo, se ve en el espejo cada mañana al afeitarse.

Cuando sintáis que todo el mundo ha quedado sexualmente satisfecho, largaos de inmediato.

Una palmada en las nalgas de la chica y un "¡Hasta la vista, muñeca!", os permitirá causar la más viril impresión en cualquier mujer digna de ese nombre.

bueno, está bien. Supongamos que afuera hay tiros, o que está nevando, o que llueve a cántaros. O esos momentos en que os acordáis de que en vuestro apartamento no hay calefacción. Vale, vale; os podeis quedar. Pero estad al acecho a la mañana siguiente.

Me refiero al desayuno.

Demostrad en ese momento qué especie de macho infernal sois. Asombradla con vuestra conversación. Perguntadle si está casada. De dónde viene. Cómo se llama. una vez pagada la cuenta, ¡venga! Os levantáis y os largáis, no sin decir a la que salís: "¡Se me hace tarde, tengo cosas que hacer!"

JUSTO ENTONCES, DESAPARECED

Y justo en el momento de atravesar la puerta hacia el mundo real, deteneos. Daos la vuelta, echadle una mirada por encima del hombro y sonreídle misteriosamente antes de aclarar: "puede que te llame un día de estos..."

Evidentemente esta última frase no deberá ser utilizada más que si estáis absolutamente SEGUROS y RESEGUROS de que en NINGÚN MOMENTO de la noche le habéis pedido el número de teléfono.


FIN

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